Los usos del CBD a lo largo de la historia

30 Ene, 2024

Y es que, desde su descubrimiento, las aplicaciones terapéuticas no han hecho más que descubrirse de forma constante, sirviendo para tratar enfermedades y dolencias muy diversas entre sí. Presidentes, reyes y emperadores se han beneficiado de las propiedades de esta planta natural que puede ayudar a todo tipo de personas. En este post vamos a hablar sobre los diferentes usos del CBD y la planta a lo largo de la historia. Continúa leyendo y descubre nuevos beneficios que podrás incorporar en tu día a día. 

Antes de explicar los diferentes usos que el CBD ha tenido en nosotros tenemos que reconocer que el cannabis es una planta que ha estado presente en la humanidad y nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales. Ni siquiera los especialistas e historiadores acuerdan el lugar exacto donde apareció por primera vez, sin embargo, estudios de paleobotánica datan que su origen tuvo lugar en el Himalaya y de la mano del ser humano se fue extendiendo por todo el globo. 

 Si bien es cierto que se extendió por todo el planeta, entre las diferentes culturas y pueblos del pasado destacan aplicaciones similares con la planta, en concreto la más preciada de todas con fines terapéuticos, ya que de sobra son conocidas sus propiedades para la salud, tanto en personas como animales. Hoy en día, gracias a los muchos estudios científicos contrastados y la tecnología , podemos apropiar gran parte de ellas al cannabidiol o CBD, que nuestros antepasados sin saberlo ya se beneficiaban. Conocían muchos de los innumerables beneficios de su consumo en forma de cáñamo, una planta de gran contenido en CBD, por lo que podemos afirmar que instintivamente el hombre está utilizando este cannabinoide desde el Neolítico. 

Los orígenes asiáticos del uso medicinal de la planta del cannabis. 

Ha sido en China donde se han encontrado los restos más antiguos que demuestran su uso, éstos datan del año 4000 a. C. Se empleaba con fines muy diversos desde la confección de textil como también para ciertos rituales sagrados. Pero uno de los usos más interesantes es, precisamente, el terapéutico. Es en este país donde la propia medicina tradicional ha mantenido una relación muy estrecha con el uso del cannabis, documentado en dos antiguos tratados médicos. El primero de ellos, Nei Ching data del año 2600 a.C. y está atribuido al emperador Huang Ti. En él se recogen diferentes recetas donde se incluía cannabis para tratar dolencias. Poco tiempo después, el emperador Shen Nung resaltaba el poder curativo de la planta a través de otro escrito médico. Hacía referencia al beneficio en la aplicación de problemas como reumatismos, dolencias menstruales, gota, malaria y problemas mentales, entre otros. El CBD, gracias al poder antinflamatorio, analgésico y relajante, actuaba sobre todas y cada una de estas dolencias. 

Posteriormente, ya en el siglo II, el cirujano Hua T’o supo sacar partido de las propiedades del cannabis medicinal, usando el cannabis como anestesia y analgésico en sus intervenciones quirúrgicas. Ocho siglos más tarde, T’ang Shen-wei dejó por escrito su uso para tratar la caries, el reumatismo y las heridas, además de para purificar la sangre y las fiebres.

El desarrollo asiático del uso medicinal del cannabis

 Siglos posteriores desde China se expandió a India, donde según el hinduismo el cannabis se convirtió en una planta sagrada que se utilizaba tanto para los rituales de la medicina tradicional india (Ayurveda) como para la celebración de algunas festividades. En el texto sagrado Atharva Veda, escrito hace 4000 años y compuesto por himnos mezclados con fórmulas para contrarrestar enfermedades y calamidades, se explica la relación de su consumo para aliviar los nervios e incrementar la lívido.

Hoy en día la medicina tradicional del país indio se sirve del cannabis para ello, con diversos preparados a base de cáñamo llamados viyaia (‘victoria’, en sánscrito). Y​ son especialmente sagrados para el dios Shivá, presentándose en tres formas: bhang (una preparación de las hojas usadas en bebidas), la gañya (o botones florales) y el charas (resina pura). Estos dos últimos se fuman habitualmente en un ‘chillum’ o pipa recta que se sostiene verticalmente. 

La llegada a Europa

El desarrollo del cannabis medicinal fue extendiéndose desde el lejano oriente a otras civilizaciones y culturas de occidente. El principal motivo fue el conocimiento del poder curativos y los diferentes beneficios que se incluían en él. Civilizaciones tan importantes en el desarrollo de nuestra historia como los pueblos persas, egipcios, asirios, incluyeron el cáñamo y el CBD en sus manuales como una medicina más a consumir por sus habitantes. 

 Grandes culturas europeas de la Antigüedad, como la romana y la griega, también se rindieron ante los beneficios del cannabis, CBD, y promovieron su uso terapéutico. El famoso médico y botánico Dioscórides, que vivió durante el siglo I, lo incluyó en su obra ‘De Materia Medica’. En esta guía botánica, considerada una de las más importantes hasta el fin de la Edad Media, se encuentra la primera representación gráfica, desde una perspectiva científica, del cannabis. El médico y cirujano griego Galeno, en el siglo II, afirmaba que poseía propiedades contra las flatulencias, el dolor de oídos y dolencias de todo tipo.

Más avanzada la historia, en el siglo XVI, pleno apogeo del Renacimiento en Europa, momento en el cual se salía del letargo científico en el que se había sumido durante la Edad Media, el cannabis volvió a ser objeto de estudio. Esta vez le dio voz el médico portugués García da Orta, quien además trabajó en la India. Lo menciona en su “Coloquio sobre los simples y los medicamentos de la India” donde afirma que incluye propiedades tranquilizantes, afrodisiacas, además de que era un estimulante del apetito. También demostrado el efecto del CBD en la reducción del estrés y en la mejora del riego sanguíneo. Más tarde el doctor inglés Robert Burton, en su “Anatomía de la melancolía” escrito en 1621, transmite que era un remedio para paliar y curar las depresiones.

El cannabis en la era de la Revolución científica

Es en el siglo XVIII cuando en Europa se decide dar el siguiente paso hacia el conocimiento de las propiedades terapéuticas de la planta. El resultado llega en la primera mitad de este siglo, donde el proceso avanza pasando de las tradicionales creencias históricas populares a la aplicación del método científico para ver realmente que beneficios podía generar el cannabis y cannabidiol.
Desagregando la primera mitad del siglo XIX, más concretamente en el año 1833, el Doctor irlandés William O’Shaughnessy escribió un libro donde relataba su experiencia con enfermos en India, además introdujo el cannabis en Inglaterra y Estados Unidos. En aquel momento, la planta se utilizaba como tratamiento de enfermedades como reumatismo agudo y crónico, hidrofobia, cólera, tétanos y convulsiones infantiles. También se usó también en ginecología y obstetricia. John Reynolds, el médico personal de la reina Victoria de Inglaterra, prescribía a la monarca la planta para tratar sus dolores menstruales. Este experto aseguró en la prestigiosa revista médica ‘The Lancet’ que “cuando es puro y se administra cuidadosamente, el cannabis es uno de los medicamentos más valiosos que poseemos”.

En Francia, los Doctores Aubert-Roche y Moreau de Tours (psiquiatra), escribieron varios artículos sobre el uso medicinal del cáñamo y el cannabis para contrarrestar los efectos de las enfermedades relacionadas con las dolencias agudas, melancolías e incluso la enfermedad de la época (la peste). 

En este periodo, el uso del cannabis se extendía por toda Europa dadas sus conocidas propiedades terapéuticas, cada vez más demostradas y documentadas. Los extractos, tinturas y aceites esenciales a base de la planta, precedentes a los aceites de CBD que conocemos y podemos consumir actualmente, se podían adquirir fácilmente en cualquier farmacia de Europa y en Estados Unidos, con mucha población de origen europeo. De hecho, el primer presidente de Estados Unidos, George Washington, pudo haber sido uno de los primeros usuarios de marihuana medicinal de aquel país, pues se cree que aliviaba con cannabis el intenso dolor que le provocaban sus continuos problemas bucodentales.

La medicina cannábica en la segunda mitad del siglo XIX

 En la segunda mitad de este siglo, el interés social y científico por el uso medicinal del cannabis y el CBD se multiplicó de forma exponencial, tal grado de evolución lo podemos resumir diciendo que tan solo en cincuenta años aparecieron más de cien artículos científicos hablando sobre ello, aunque todavía era muy pronto para determinar la existencia del cannabidiol y de sus propiedades. Fue en el año 1854 donde se podía ver con normalidad que en los centros médicos estadounidenses se dispensara cannabis o productos derivados. La principal razón de este avance se debe a que las autoridades médicas del país consideraban que el extracto de cáñamo era un potente narcótico, que actuaba como afrodisíaco y que estimulaba el apetito, además de producir sueño, aliviar los espasmos y el dolor y calmar la inquietud nerviosa, por lo que su uso se consideraba más adecuado que otros opiáceos.

El médico canadiense William Osler, considerado como uno de los padres de la medicina moderna, que vivió entre los siglos XIX y XX, lo definió como el remedio más satisfactorio para la migraña, algo que estudios recientes han demostrado que se debe a la acción del CBD. También, lo describió como muy eficaz contra la dismenorrea (una menstruación con dolor) y la menorragia (menstruación abundante).

Medio siglo de exclusión

Las primeras décadas del siglo XX fueron reflejo de un continuo avance del cannabis, además de gozar de una popularidad asombrosa para el tratamiento de muchas patologías. Sin embargo, a partir de 1937, por una serie de razones ajenas a la ciencia y la medicina, que tantos avances consiguieron, comenzó a ser criticada. Hasta tal punto llegó la censura que el cannabis fue incluido en la lista de sustancias prohibidas en Estados Unidos, motivo por el cual se creó una imagen negativa sobre todos los productos que tuviesen algún tipo de vinculación con la planta.

 La postura prohibicionista del uso del cannabis se extendió de forma rápida por los países occidentales, lo que provocó el difícil acceso a la medicina cannábica. Pocos años después, tras las limitaciones gubernamentales (no científicas y médicas) cayó en desuso impidiendo de esta manera el desarrollo de estudios con métodos científicos modernos que tenían como misión demostrar cuáles eran los verdaderos efetos de los compuestos de la planta, en especial con los cannabinoides de mayor presencia, CBD y THC. 

Fue a finales de siglo, después de la década de los setenta volvió a reaparecer en el criterio científico y medicinal, aunque la legislación prohibitiva continuaba presente. 

El renacer en el siglo XXI

Actualmente nos encontramos con un panorama legislativo distinto al del siglo pasado. Afortunadamente, desde hace algunos años, la percepción y las leyes están cambiando. La principal razón de este cambio se debe a las innumerables evidencias científicas que demuestran los cannabinoides, especialmente el CBD, hoy en día el cannabidiol o CBD ayuda a miles de personas a superar o paliar los síntomas de graves enfermedades, como el estrés o ansiedad, la epilepsia, reumas, dolencias crónicas musculares, tendinosas u óseas, problemas de sueño, dolores menstruales, cefaleas, migrañas, depresiones, entre otras.

Si continúan demostrándose las aplicaciones y beneficios tanto a nivel medicinal como científico, no hay duda de que la legislación continuará con una tendencia más permisiva. Por esta razón en Votum World creemos firmemente que la legalización, al menos en su uso terapéutico y medicinal, será una realidad muy pronto en la mayoría de los países. 

Votum World tiene presente la innovación científica y medicinal con el uso del CBD, apostando por el desarrollo de nuevos productos CBD que beneficien y mejoren la salud de las personas, así como nuevas aplicaciones que aún están por descubrir para todos nosotros. La relación del ser humano con la planta y el cannabidiol ha sido larga, y sin duda, todavía queda mucho por caminar juntos.